miércoles, 5 de junio de 2013

Casi siempre nuestra actitud es la única diferencia que hay entre el éxito y el fracaso



Casi siempre nuestra actitud es la única diferencia que hay entre
el éxito y el fracaso
Los más grandes logros de la historia han sido alcanzados por hombres que apenas
superaron en excelencia a los demás en sus respectivos campos.
Esto es lo que se llama el principio del margen ligero. Muchas veces esa ligera
diferencia es la actitud. La ex primer ministro israelí Golda Meir enfatizó esta verdad en
una de sus entrevistas. Dijo: «Todo mi país tiene su espíritu. No tenemos dólares petroleros.
No tenemos minas ni grandes riquezas en el subsuelo. No tenemos el apoyo de la opinión
pública mundial que nos vea favorablemente. Todo lo que Israel tiene es el espíritu de su
pueblo. Y si el pueblo pierde su espíritu, ni siquiera los Estados Unidos podrán salvarnos».
Esta gran señora quería decir:
Recursos - Actitud correcta = Derrota
Actitud correcta - recursos = Victoria
A continuación he hecho una lista de recursos que capacitan a una persona para
alcanzar el éxito. Al lado de esa lista he escrito algunas otras bendiciones que usted tiene.
Lea esto cuando sienta que está perdiendo ese ligero margen.
salud
experiencia
concesiones
amigo
familia
aptitud
dinero
actitud
metas
Ciertamente la aptitud es importante para nuestro éxito en la vida. Sin embargo, el éxito
o el fracaso en cualquier empresa es causado más por la actitud mental que por simples
capacidades. Recuerdo las veces que Margaret, mi esposa, volvía a casa, luego de enseñar
en su escuela, frustrada por el moderno énfasis de la educación en la aptitud antes que la
actitud. Ella quería que a los niños se les hiciera la prueba del C.A. (cociente de actitud) en
vez del C.I. (cociente de inteligencia). Se refería a niños cuyo cociente de inteligencia era
alto pero su rendimiento bajo. Había otros cuyo cociente de inteligencia era bajo pero su
rendimiento era alto.
Como padre, quisiera que mis hijos tuvieran excelentes mentes y destacadas actitudes.
Pero si tuviera que decidir, escogería sin vacilación las actitudes destacadas.
Uno de los presidentes de la Universidad de Yale dio, hace algunos años, este consejo a
un ex presidente del Ohio State: «Sea siempre amable con sus estudiantes A y B. Un día,
alguno de ellos regresará a su campus como un buen profesor. Y también sea amable con
sus estudiantes C. Un día, alguno de ellos regresará y construirá un laboratorio de ciencias
de dos millones de dólares».
Un profesor del Princeton Seminary descubrió que el espíritu de optimismo en realidad
es muy importante. Hizo un estudio de los grandes predicadores de los siglos pasados. Puso
atención en las grandes variedades de personalidades y talentos. Entonces hizo la pregunta:
«¿Qué tenían en común estos destacados hombres de púlpito, aparte de su fe?» Después de
varios años de investigación encontró la respuesta. Era su encanto personal. En la mayoría
de los casos, eran hombres felices.
Hay poca diferencia entre las personas, pero esa poca diferencia es lo realmente
importante. Esa poca diferencia es la actitud. La gran diferencia es si esta es positiva o
negativa. Este principio es muy bien ilustrado por la historia de una joven esposa del este
de los Estados Unidos que, durante la guerra, siguió a su esposo hasta un campamento
militar cerca del desierto de California.
Las condiciones de vida eran primitivas y, por eso, su esposo se había opuesto a que lo
siguiera, pero ella quería estar con él. El único alojamiento que encontraron fue una choza
medio derruida, cerca de una aldea india. El calor era insoportable durante el día, 45 grados
a la sombra. El viento soplaba constantemente esparciendo polvo y arena sobre todas las
cosas. Los días eran largos y aburridores. Sus únicos vecinos eran indios, ninguno de los
cuales hablaba inglés. Cuando a su esposo le ordenaron adentrarse en el desierto para dos
semanas de maniobras, la soledad y las miserables condiciones de vida acabaron por
derrotar a la esposa. Enseguida escribió a su madre diciéndole que volvía a casa. No podía
soportar más esa situación.
A los pocos días recibió una respuesta de su madre que incluía estas dos líneas: «Dos
hombres miraban a través de los barrotes de la misma cárcel; el uno vio lodo, el otro vio
estrellas». La mujer leyó estas líneas una y otra vez y se sintió avergonzada de sí misma. En
realidad, no quería abandonar a su esposo. Muy bien, pensó, miraré las estrellas. En los
siguientes días se propuso hacer amistad con los indios pidiéndoles que le enseñaran a tejer
y a hacer cerámica. Al principio eran recelosos, pero pronto, cuando vieron su genuino
interés, le brindaron su amistad. Se familiarizó con su cultura e historia, en realidad con
todo lo relacionado con ellos. A medida que estudiaba el desierto, este cambiaba de un
lugar desolado a uno de belleza.
Pidió que su madre le enviara libros. Estudió las formas del cactos, las yucas y los
árboles «Joshua». Coleccionó conchas marinas que habían quedado entre las arenas cuando
estas habían sido el suelo del océano. Con el tiempo llegó a ser tan experta en esa área que
escribió un libro sobre ella.
¿Qué había cambiado? No el desierto; no los indios. Había cambiado su actitud y eso
había transformado una experiencia miserable en una altamente gratificante.
Aplicación de actitud:
Hay muy poca diferencia entre las personas, pero esa pequeña diferencia produce una
gran diferencia. Esa diferencia es la actitud. Piense en algo que desee. ¿Qué actitud
necesitará para lograrlo?


Fuente: ACTITUD DE VENCEDOR.  JOHN C. MAXWELL

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